En su libro Supervivir, Carlos y Ricardo Stro proponen una visión fascinante sobre la relación entre el ser humano y la energía electromagnética. Según los autores, somos «comedores de electrones» porque nuestro cuerpo funciona bajo principios electromagnéticos. Esta idea destaca la importancia fundamental de la luz solar en nuestras vidas. Algo que ha sido reconocido por las civilizaciones antiguas a lo largo de la historia. Desde el taichí chino, que introduce el arte de mirar al sol al amanecer (sungazing), hasta el saludo al sol en la práctica del yoga hindú, existe un vínculo profundo entre la humanidad y la luz solar.
Las civilizaciones antiguas, como los egipcios, adoraban al sol como fuente de vida. El dios Ra, el Sol, era el centro de su cosmología, y la gran esfinge de Giza mira hacia el este, simbolizando la espera del amanecer. Este respeto por el astro rey no era exclusivo de Egipto. En culturas de todo el mundo, el Sol era venerado por su capacidad para otorgar vida y energía. Los templos antiguos fueron diseñados para alinearse con la salida del sol, permitiendo que sus rayos iluminaran espacios sagrados, marcando el paso del tiempo y los ciclos naturales.
Conexión con El Sol y La Naturaleza
En la actualidad, hemos perdido en gran medida esa conexión profunda con el sol y la naturaleza. Hoy en día, muchas personas viven con un miedo infundado al sol, fomentado por la industria cosmética que promueve el uso excesivo de protectores solares, gafas y cremas protectoras. Aunque la protección solar es esencial en ciertos contextos, hemos olvidado los beneficios del sol cuando se toma de manera adecuada. La luz solar regula nuestros ritmos circadianos, esenciales para nuestro bienestar físico y mental. Estos ritmos nos ayudan a sintetizar serotonina, dopamina y melatonina, neurotransmisores cruciales para nuestra salud. Sin embargo, para aprovechar estos beneficios, es fundamental exponerse a la luz solar de manera natural y consciente, especialmente durante las primeras horas de la mañana.
El acto de tomar el sol no debe hacerse en su zenit, cuando los rayos son más intensos, sino en momentos de menor intensidad, como el amanecer y el atardecer. Las gaviotas, que observamos mirando hacia el oeste cuando el sol se pone, parecen despedir el día con una sabiduría innata sobre el ciclo solar y su importancia. Esta conexión instintiva con el sol es algo que hemos perdido, pero que podemos recuperar si volvemos a conectarnos con la naturaleza.
Inconsciente y Consciente
La luz solar no solo afecta nuestro cuerpo físico, sino que también está profundamente relacionada con nuestra espiritualidad. Nuestro ser humano se puede representar simbólicamente como una X. La parte inferior de la X, o la V invertida, representa nuestro cuerpo físico y el pasado, el microcosmos que está regido por el Inconsciente. La parte superior de la X, la V hacia arriba, simboliza nuestro ser espiritual, nuestro Consciente, que se proyecta hacia el futuro, hacia el macrocosmos. En el centro de esta X se encuentra el «ahora», el presente, donde experimentamos nuestra vida diaria y tomamos decisiones.
La Chispa Infinita
Algunos creen que la mente es la que dirige nuestra vida, pero según esta visión, la mente es solo un «ordenador» avanzado que se programa con imágenes y experiencias. El verdadero director de nuestra vida es nuestra alma, nuestra luz interior, que es parte de algo mucho más grande: el Todo, el universo, el amor infinito. Cada ser humano es una chispa de esa luz divina, y reconocer esto nos puede llevar a una mayor comprensión de nuestra conexión con los demás y con el universo.
Este concepto está relacionado con la idea de que todos somos parte de un plan evolutivo mayor. En palabras del físico David Bohm, en su teoría del «orden implicado», todo está conectado de manera no local. Cada parte del universo contiene la totalidad, una idea que se refleja tanto en la Holografía como en la clonación genética. Así como cada célula de nuestro cuerpo contiene toda nuestra información genética (ADN), cada uno de nosotros contiene la esencia del todo, del universo.
Conclusión
En resumen, es necesario volver a conectar con la Naturaleza. Reconocer la importancia de la luz solar no solo para nuestro bienestar físico, sino también para nuestro desarrollo espiritual. La luz solar, que ha sido venerada por tantas civilizaciones antiguas, es una fuente de vida que nos conecta con el Todo, y al reconectar con ella, podemos encontrar un mayor sentido en nuestra existencia.