La X Humana
La imagen de un ser humano con los brazos y piernas abiertos formando lo que llamamos la «X humana» es una poderosa representación que conecta nuestro cuerpo con los principios fundamentales de la biología y la naturaleza. Esta imagen se arraiga en los cromosomas en forma de X que componen el ADN de nuestras células, siendo una metáfora visual de nuestra esencia biológica. La Humanidad en forma de X: Un viaje al origen de la vid
Leonardo da Vinci captó esta conexión en su icónica obra, el “Hombre de Vitruvio”. Inspirado en los escritos de Marco Vitruvio Polión, un arquitecto romano del siglo I a. C., Leonardo reflejó en su dibujo que el ser humano debía buscar las proporciones en la naturaleza. Vitruvio, quien trabajó para Julio César, es autor del tratado de arquitectura más antiguo que se conserva, donde establece que toda estructura debe ser firme, útil y bella, siguiendo las leyes de la naturaleza.
Leonardo Da Vinci
En el siglo XV, con el surgimiento del Humanismo, Leonardo da Vinci, uno de los principales exponentes del Renacimiento italiano, a los 40 años dibujó y desarrolló el Hombre de Vitruvio siguiendo los cánones, medidas y proporciones de Vitruvio. En su obra, Leonardo situó al hombre en el centro del universo y de la creación, iluminando el caos y la oscuridad de la Edad Media a través del arte y la ciencia. Las proporciones matemáticas representadas en el cuerpo humano simbolizan el triunfo sobre las supersticiones y la religión.
La X humana, al igual que el Hombre de Vitruvio, nos invita a reflexionar sobre la importancia de volver a la naturaleza, de conectar con su vibración, como lo hacen los árboles y todos los seres vivos. La humanidad, al creerse única y señor del mundo, ha olvidado esta conexión primordial con la naturaleza, impresa en su propio ser.
Si partimos la X por la cintura, nos situamos en la parte inferior, una V invertida. Esta sección nos lleva a reflexionar sobre la evolución de la vida desde las primeras células, situándonos en la base de la X humana. Mirando hacia atrás, vemos cómo la vida ha funcionado durante unos 3,000 millones de años, organizando el acoplamiento de células para formar órganos, sistemas y finalmente el ser humano actual. Este proceso evolutivo se ha desarrollado de manera autónoma, sin un organizador externo. Las antiguas creencias hablan de un Ser Creador, mientras que la visión moderna, basada en avances científicos, nos dice que todo proviene de la expansión del Big Bang, y que somos hijos de esa luz primordial que dio origen al universo y a todos los seres vivos.
Evolución Celular
Toda la evolución celular se encuentra en esta V invertida que simboliza nuestro subconsciente o inconsciente, donde la vida ha evolucionado encontrando nuevas fórmulas para mantener y desarrollar la vida a pesar de las adversidades, según el plan evolutivo impreso en la energía de cada célula. Algunos interpretan esta V invertida como una representación del falo masculino, mientras que la V superior simboliza el útero femenino. Aunque esta interpretación tiene cierta referencia, la verdadera esencia de nuestra historia evolutiva radica en la lucha por la supervivencia y el desarrollo en medio de inmensas dificultades.
La violencia, inscrita en nuestros genes, es un legado de nuestra historia evolutiva. Al igual que los animales, los humanos hemos tenido que defendernos «con uñas y dientes», y nuestro inconsciente lleva grabada a fuego esta violencia.
En conclusión, la X humana no solo representa nuestra biología y evolución, sino también una invitación a reconectar con la naturaleza, a entender nuestra historia y a reconocer la violencia inherente que llevamos dentro. Es un símbolo de nuestra búsqueda por equilibrar la ciencia y la naturaleza, la razón y la emoción, y encontrar nuestro lugar en el universo. Pero, no olvidemos que la X tiene una parte superior abierta al infinito, en la que vamos a resolver nuestro misterio evolutivo, es decir, lo que la naturaleza va a expresar como solución a todo tipo de violencia, utilizando para ello el conocimiento y la evolución de nuestro espíritu.